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lunes, 7 de marzo de 2011

El INTI producirá anticuerpos para terapias oncológicas

Llevará marca nacional un descubrimiento de Milstein

Dentro de un año y medio o dos, el INTI desarrollará para que las pymes produzcan a escala industrial los anticuerpos monoclonales que se usan en leucemia linfática crónica y artritis reumatoidea, que actualmente se importan. Fue el descubrimiento de Milstein en los70 que le valió el Nóbel en 1983.
El director del área de Biotecnología Industrial del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), Alberto Díaz, informó que "se firmó el contrato para que empiecen a girar los fondos para trabajar en el laboratorio" de desarrollo y producción de anticuerpos monoclonales, que estará listo en "un año y medio o dos".

El plan consiste en desarrollar la plataforma a través de un biosimilar (anticuerpo monoclonal anti-CD20), utilizado en Linfoma no-Hodgkin (LNH), leucemia linfática crónica y artritis reumatoidea, de modo tal que el producto, una vez trasladado a la escala industrial, también pueda ser exportado.

El INTI contará con una planta de escalado para moléculas usadas en terapias oncológicas, que hoy se importan, para transferir anticuerpos monoclonales a la pequeña y mediana empresa nacional y al Estado.

Alejandro Krimer, de la misma área del INTI, indicó que el medicamento consiste en "una serie de moléculas que fueron evolucionando con el tiempo, desde que se inmunizó a un ratón para sacar la línea productora de estos anticuerpos y, por una fusión", se inmortalizó la célula para producirla industrialmente.

Los anticuerpos son elementos producidos habitualmente por el sistema inmune, con la capacidad de reconocer de manera específica partículas extrañas al organismo.

Un anticuerpo monoclonal se produce fusionando un único linfocito productor de un anticuerpo con una célula tumoral, logrando una célula inmortal que crece a gran ritmo y origina una población "clonal" que sólo produce anticuerpos idénticos.

"Cuando uno recibe un patógeno externo, hace anticuerpos que son células que se le van pegando y se lo comen", dijo Krimer.

Inmunizando a un animal, se obtiene una serie de diferentes células productoras de anticuerpos, se las selecciona por separado y se obtiene de cada una un monoclonal diferente, que se puede multiplicar industrialmente.

"Cuando se halla el más promisorio y de mejor respuesta, se le hace un trabajo de ingeniería genética para cambiarle la secuencia de ratón y obtener una secuencia humana".

Entonces "hay que llevarla a cultivo en cantidades industriales, en fermentadores de mil o dos mil litros", para luego purificar esa sopa de anticuerpos en unas 5 a 8 etapas.

Desde los primeros anticuerpos monoclonales "quiméricos", a los actuales "humanizados-humanos", en los que ya no hay secuencia original de ratón, hay producción de estos medicamentos inyectables contra enfermedades que afectan a "100 pacientes o a 400 mil", afirmó Krimer.

En 1975 comenzaron con los experimentos Milstein, Köler y Niels Jerne

"Lo importante era purificar las células productoras del anticuerpo, pero una célula no produce una alta cantidad de anticuerpos y, por lo tanto, se necesitaba cultivarlas para obtener poblaciones de células idénticas, que produzcan cantidades ilimitadas de anticuerpos", cuenta Milstein.

Como cultivar células productoras de anticuerpos, o linfocitos B, no era posible porque se mueren muy rápidamente fuera del organismo, "el truco fue inmortalizar las células".

Los investigadores lograron fusionar una célula productora de anticuerpos con una célula de origen tumoral, o mieloma, que tiene la capacidad de crecer y reproducirse fuera de un organismo.

"Los híbridos heredan las propiedades de las dos células progenitoras: la capacidad de producir y secretar anticuerpos específicos y la de crecer indefinidamente en tubos de ensayo".

Así, pudieron obtener hibridomas capaces de producir inmunoglobulinas, que son proteínas del suero sanguíneo que actúan como anticuerpos, a las que denominaron anticuerpos monoclonales.

En la conferencia "La curiosidad como fuente de riqueza", dictada en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, donde Milstein se doctoró en Química, el científico relataba "la feliz consecuencia de la investigación básica".

"La simple curiosidad por tratar de comprender cómo funciona un tipo de célula del sistema inmunitario" les hizo descubrir la forma de producir los anticuerpos monoclonales que servirían para terapias en ciertos tipos de cáncer, la producción de vacunas o el diagnóstico precoz y casero del embarazo.

La Fundación Nobel reconoció que la obtención de los anticuerpos monoclonales era el avance metodológico más importante realizado en el campo de la biomedicina durante los años 70.

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